El agua, un elemento importante para la agricultura

El 90% del consumo mundial de agua dulce se destina a la agricultura y la ganadería.

El agua es un recurso esencial para toda forma de vida, sin embargo, sólo el 1% de la cantidad total de agua del planeta es apta para el consumo humano, de la cual una parte del 65% se utiliza en la agricultura, lo que convierte a esta actividad económica en la mayor consumidora de este recurso natural.

Terreno agrícola con sistema de riego por gravedad en Arequipa, Perú. Fuente: Proyecto TOXICROP.

El agua utilizada en la agricultura procede de diversas fuentes, como ríos, arroyos, canales, estanques, embalses, lagos, aguas subterráneas de pozos y precipitaciones. Sin embargo, debido al aumento de la población humana, hay una mayor demanda de alimentos, junto con una mayor explotación de la tierra para la agricultura y de los recursos hídricos para el crecimiento de los cultivos. El aumento de la demanda de agua dulce para producir alimentos está contribuyendo al agotamiento de este recurso natural.
Para sortear la escasez de agua, es importante implantar sistemas de riego más eficientes y adaptar las prácticas agrícolas a las condiciones locales y a los recursos hídricos disponibles. Además, el agua reciclada es una fuente prometedora de agua que también podría utilizarse en la agricultura y en la producción de alimentos.

                      Sistema de riego

Parte del agua utilizada para el riego se devuelve al medio ambiente en forma de escorrentía y acaba llegando a los depósitos de aguas subterráneas y a las aguas superficiales con una calidad disminuida, debido a la contaminación por fertilizantes y pesticidas. Este problema ha ido en aumento en muchas zonas del mundo.
La producción agrícola y el rendimiento de los cultivos se ven afectados positivamente cuando el agua se utiliza de forma eficiente y segura. Sin embargo, el agua de mala calidad puede repercutir en la agricultura, por ejemplo reduciendo el valor nutritivo de los cultivos y afectando al rendimiento de las cosechas. Los contaminantes del agua también pueden afectar al suelo, haciéndolo menos fértil y, en ocasiones, tóxico para las plantas. Otro riesgo importante, asociado al uso de agua de baja calidad, se refiere a la contaminación de los cultivos y la posterior entrada en la cadena alimentaria de contaminantes peligrosos. Los grupos más destacados de contaminantes del agua son los productos químicos industriales, como los compuestos perfluorados (PFC), los bifenilos polibromados (PBB), los metales pesados, los plásticos y los nanomateriales. Las toxinas naturales, producidas por grupos específicos de microalgas, también se consideran muy perjudiciales para el ser humano y causan distintos tipos de enfermedades.

La mejora del sistema de riego y la protección de la calidad del agua son esenciales para evitar la presencia de contaminantes que pueden dañar gravemente la calidad de los cultivos y poner en riesgo la salud de la población y el medio ambiente.